Su pluma se deslizaba agresivamente por la amarillenta hoja
de papel. Sus demonios no lo dejaban en paz revoloteando malignamente frente a
sus ojos, en sus pensamientos, en sus palabras.
De la punta de aquella pluma comenzaban a dibujarse todo
aquello que sus demonios le gritaban al oído, todas aquellas figuras malditas que
recorrían su pensamientos. Garabato tras garabato se formaban sombrías y
alargadas letras que apenas se distinguían bajo la danzante luz de su vela.
Se fueron formando algunas palabras, palabras que luego se
convirtieron en frases. Los demonios, sus pensamientos le gritaban cada vez más
fuerte. La punta de la pluma fue sumergida tres veces en el tintero, y de nuevo
su brazo como poseído comenzó a escribir locamente. Los ojos estaban perdidos
en el amarillento papel, siguiendo rápidamente la punta de su pluma, leyendo
palabra tras palabra.
Sus demonios comenzaban a gritar con más y mas fuerza, nadie
les escucharía, tan solo aquella vacía y
amarillenta hoja de papel. De la boca de aquel hombre un triste alarido salio,
unas lagrimas calleron.
Con ambas manos tomo su escrito y lo miro perdidamente, una
pequeña sonrisa se esbozo… Sus demonios ahora descansaban, ahora ya podría
descansar un poco…. No importaba mucho si seria o no escuchado, lo que
realmente le importaba a aquel hombre era al fin descansar, que sus demonios
durmieran.
FIN
Esteban!
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